«Me gustan las cosas que están fuera de control. En cierto punto, el artista se pondrá firme, detendrá al medio y lo domesticará, utilizándolo para cultivar los campos de su propia imaginación». Si pocas veces en la historia ha habido una usina cultural como la Nueva York de los años sesenta, menos frecuentes aún son las figuras que han sabido hacerle frente a semejante torrente de creación para interpretarlo en toda su magnitud. Una de esas raras excepciones es Jonas Mekas (Lituania, 1922), quien compuso lentamente, texto a texto y casi sin darse cuenta, una de las genealogías más profundas y exhaustivas de la irrupción renovadora del arte y su repercusión en todas las esferas de la vida social de la segunda mitad del siglo XX.